Desde el inicio de la humanidad, hemos sentido una profunda necesidad de contemplar el cielo, explorar la tierra y adentrarnos en nuestro interior para descubrir nuestras raíces y nuestro destino. En esta eterna búsqueda, surge un concepto universal que trasciende culturas, filosofías y tradiciones: la Fuente Primordial, el Origen de Todo.
Asimismo, esta búsqueda nos lleva a reflexionar sobre nuestra conexión con el universo y el papel que desempeñamos en él. ¿Será que somos simples observadores o participamos activamente en un ciclo infinito de energías que se entrelazan? Este interrogante nos invita a explorar no solo lo que vemos con nuestros ojos, sino también las energías invisibles que guían nuestra existencia y dan significado a nuestros pasos en el vasto tapiz del cosmos.
La energía que todo lo sostiene
La Fuente Primordial no puede ser percibida con los ojos ni medida con instrumentos. Es una presencia eterna, un flujo infinito de energía del que todo emerge. Trasciende el tiempo y el espacio, abarca todas las frecuencias concebibles e inimaginables. Es el origen absoluto, el punto inicial de toda existencia y el lugar donde todo puede culminar. Es el todo y la nada, conteniendo en sí misma todas las realidades y dimensiones, tanto luminosas como oscuras .La fuente primordial no solo es el origen de nuestro universo sino también de todos los posibles universos que pueden existir.
Cada partícula, cada estrella, cada ser vivo guarda en su esencia la chispa de este origen universal. Reconectar con la Fuente es recordar que somos parte de un todo indivisible, más allá de nuestras formas físicas, pensamientos o aparentes limitaciones.
Más allá de los nombres
A lo largo de los siglos, la humanidad ha utilizado diferentes nombres como Dios, Universo o Yahweh para referirse a la misma realidad. Sin embargo, todos ellos apuntan hacia la misma esencia: una fuerza unificadora que da vida y orden al cosmos.
Aunque intentemos definirla, la Fuente Primordial va mas allá de cualquier concepto humano. Solo puede experimentarse a través del silencio interior, la contemplación y la apertura del corazón.
El Origen y el Regreso
La vida no es un camino lineal; es un ciclo eterno. Venimos de la Fuente, vivimos innumerables experiencias y aprendizajes, y finalmente regresamos a ese hogar eterno del que, en esencia, nunca estuvimos separados.
Cuando entendemos este ciclo sagrado, el miedo a la pérdida y la separación se desvanece. Descubrimos que somos eternos, porque nuestra esencia está profundamente conectada con el Origen mismo.
Reconectando con la Fuente
La Fuente Primordial no está fuera de nosotros, sino dentro. Podemos regresar a ella cada vez que:
- Cultivamos el silencio y respiramos conscientemente.
- Conectamos con nuestra esencia más profunda.
-
Apreciamos la belleza en lo cotidiano y lo simple.
En esos momentos, desaparece la ilusión de separación entre el "yo" y el "todo", y recordamos nuestra verdadera esencia.
✨ La Fuente Primordial es el origen y destino de todo ser. Reconocer esta conexión nos devuelve al lugar donde siempre hemos pertenecido: la Unidad.
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